Emilia Pardo Bazán, la luz en la batalla

Emilia Pardo Bazán

Retrato realizado por Isidro Fernández Fuertes «Gamonal«, publicado en la revista La Esfera el 21 de mayo de 1921.

Hoy 8 de marzo de 2021,  Día Internacional de la Mujer, quiero poner, desde este pequeño rincón, mi granito de arena a que este día no pase inadvertido. Vendrán otros años en los que saldremos a la calle, pero este celebraré esta fecha desde mi casa y lo haré rindiendo este pequeño homenaje a doña Emilia Pardo Bazán, una gran mujer que luchó para la lograr la igualdad entre ambos sexos.

Lo mismo te preguntas por qué he elegido a Emilia en lugar de cualquier otra escritora. Pues bien, he optado por Pardo Bazán primero porque estamos en el año en el que se conmemora el centenario de su muerte, y ya había pensado recordarla leyendo alguna de sus obras. Pero sobre todo porque fue una activista por los derechos de la mujer y por su incomparable curriculum, —prepárate, que es larguito—, Emilia fue: novelista, periodista, ensayista, crítica literaria, poeta, dramaturga, traductora, editora, catedrática y conferenciante española. Y aun así, fue rechazada no una, ni dos veces, sino tres para entrar a formar parte de la Real Academia Española. Como ella misma dijo en una ocasión: Si en mi tarjeta pusiera Emilio, en lugar de Emilia, qué distinta habría sido mi vida… Durante años encabezó sus cartas y algunos volúmenes de sus Obras completas con un lema que adoptó como señal de identidad, De bellum luce, la luz en la batalla, dejando claros sus principios y su lucha por defender sus derechos y su libertad, en una sociedad que le ponía impedimentos a cada cosa que se proponía realizar.

La que fue considerada como mejor novelista española del siglo XIX, intentó ser un ejemplo de que la mujer está plenamente capacitada para desempeñar los mismos puestos que los hombres sin tener que renunciar a ninguno de los atributos meramente femeninos. De hecho se casó, tuvo tres hijos y numerosos amantes, entre ellos Benito Pérez Galdós, con quien mantuvo una relación de cerca de veinte años.

Emilia nació en el seno de una familia aristócrata y acomodada y su padre fue el principal responsable de que recibiera una buena educación. Ella renunció a formarse en las materias más puramente femeninas, como canto o piano, y se dedicó desde su más tierna infancia a lo que realmente le gustaba, la literatura.

Su padre, José Pardo, le dijo en una ocasión: Mira, hija mía, los hombres somos muy egoístas, y si te dicen alguna vez que hay cosas que pueden hacer los hombres y las mujeres no, di que es mentira, porque no puede haber dos morales para dos sexos.

Viajera incansable, era de la opinión de que todo el mundo debería viajar al menos una vez al año para formarse. De hecho, sus primeros escritos publicados fueron las crónicas de un viaje que realizó por Inglaterra, Alemania y Francia en el diario El imparcial, que posteriormente serían recogidas en uno de sus libros de viajes, Por la Europa católica.

Otro de los méritos de esta escritora gallega fue el de introducir el naturalismo en España, cuestión que le costó la separación de su marido. Hacia 1882, empezó a escribir una serie de artículos en la revista La Época sobre la novela experimental y Émile Zola, que posteriormente reunió en un libro titulado La cuestión palpitante. Las críticas que le llovieron fueron implacables y se tachó la obra como un alegato a favor de la literatura atea y la pornografía. Su marido le pidió no solo que cesara de escribir, sino que se retractara. Emilia no solo no lo hizo, si no que acabó separándose de él, de una forma amistosa, eso sí.

 

Emilia Pardo Bazán, una gran mujer que luchó para la lograr la igualdad entre ambos sexos

En 1892 funda y dirige La Biblioteca de la mujer; en calidad de conferenciante denuncia la desigualdad educativa entre ambos sexos. En 1906 se convirtió en la primera mujer que presidía la Sección de literatura del Ateneo de Madrid y seis años más tarde la primera en ocupar una cátedra de literatura en la Universidad Central de Madrid. A pesar de ganarse esa plaza por méritos propios, tuvo que sufrir los boicots tanto de alumnos como de profesores y en sus clases la mayoría de las veces estuvo sola. Hay que comentar que en aquella época las mujeres tenían el acceso prohibido a la educación universitaria.

No voy a citar todas sus obras, pues me alargaría en exceso, pero voy a destacar alguna de ellas: Estudio crítico de las obras del padre Feijoo (1876), Un viaje de novios (1881), La Tribuna (1883), Por la España pintoresca (1885), Los pazos de Ulloa (1886), Insolación (1889)…

Emilia, que obtuvo el título de condesa de Pardo Bazán en 1908, falleció el 12 de mayo de 1921 a causa de una complicación en la diabetes que sufría.

Aunque aún nos queda mucho camino por recorrer en la lucha por la igualdad, sin duda, debemos darle las gracias a mujeres como ella, luchadoras, inteligentes, emprendedoras y que no se detuvieron ante nada, demostrando su valía sin importar el sexo.

Desde aquí, doña Emilia, le doy las gracias.

Marta Pérez

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