Entrevista a Greta Alonso: «Escribir la continuación de una novela anterior condiciona mucho la creatividad»

En mayo de 2020, en plena pandemia, se publicaba El cielo de tus días de Greta Alonso, seudónimo bajo el que esconde la escritora cántabra. Un esperado estreno que tuvo que aplazarse debido al estado de alarma y que, cuando finalmente llegó a las librerías, tuvo una aceptación francamente buena.

Ahora acaba de ver la luz su segunda novela, La dama y la muerte, un thriller que nada tiene que ver con el anterior y que está relacionado con el mundo del arte.

Hoy rescato esta entrevista que le hice hace tres años para la extinta web Negraymortal y que, gracias de nuevo a la generosidad de Greta, he podido completar con algunas preguntas nuevas sobre su último trabajo.

Marta Pérez. Comencemos con una pregunta obligada, ¿por qué escribir bajo seudónimo?

Greta Alonso. El hecho de publicar una novela va unido al de convertirse en personaje público, y en algunos casos alterar totalmente la rutina, pero por motivos laborales, y también personales  ―he sufrido un episodio complicado de ansiedad hace años― he preferido permanecer en segundo plano. No puedo asumir el compromiso de embarcarme en una gira de firmas, de acudir a ferias o a colaborar en la promoción, porque necesito un entorno estable y organizado. Tenía muchas ganas de publicar una novela, pero no tantas como para cambiar de vida.

M. P. Crees que el hecho de permanecer en el anonimato, a nivel de marketing ¿va a ser un incentivo o le va a restar posibles lectores?

G. A. El anonimato ya fue una traba a la hora de dar con una editorial dispuesta a publicar la novela; prefieren apostar por autores que participen de la promoción, y hoy en día, sin promoción no hay ventas: las firmas, las ferias, las entrevistas. El seudónimo puede generar interés, curiosidad, morbo. Pero también recelo; de hecho, ya he recibido algún mensaje desagradable en redes sociales. En cuanto acabe el confinamiento el resto de novelas tendrá mucha más visibilidad que El cielo de tus días, gracias al trabajo promocional de sus autores. El seudónimo es una ventaja para mí, pero un obstáculo para la novela.

M. P. Tu carrera profesional no tiene nada que ver con el mundo de la literatura. ¿Desde cuándo comenzaste a escribir o a sentir la necesidad de expresarse por escrito?

G. A. He escrito desde siempre: cuentos y relatos. La escritura es terapéutica, y a mí me permite desconectar del entorno, evadirme. Mi carrera profesional no tiene nada que ver con la escritura, pero puede enriquecer lo que escribo. Todo suma.

El cielo de tus díasM. P. En cuanto a tu novela El cielo de tus días, entre la pareja protagonista hay una gran tensión sexual, ¿no te dio miedo que resultara demasiado tópico?

Amor, muerte, odio, crimen, secretos, mentiras, venganza y sexo: los ingredientes de cualquier libro, sea novela negra, romántica, histórica o literaria. ¿Son tópicos? ¿Sobre qué se podría escribir, si no? Si elimináramos todos estos temas, que son los que hacen humano al humano, dejaríamos de escribir. En cualquier caso, la tensión sexual de El cielo de tus días se percibe de manera implícita, sutil y elegante. ¿Por qué no escribir sobre algo que está en la calle?

M. P. La descripción del trabajo policial, del día a día de un equipo de investigación está muy lograda, ¿cómo has hecho para documentarte?

G. A. Dispongo de manuales y apuntes de la Academia de Policía de Ávila. Voy adquiriendo más, y en lo que se refiere a temas técnicos, acudo a bibliotecas. También recurro a bibliografía para documentarme sobre aspectos de psicología y psicopatología.

M. P. La inspectora Natalia Herreros es un personaje muy fuerte y con el que es fácil empatizar, además has sabido equilibrar su parte dura sin perder la feminidad, ¿estabas pensando en alguien en concreto cuando lo construiste?

G. A. Pensaba en cualquier mujer del mundo de hoy, que no necesita imitar a un hombre para ser buena profesional, y mantiene su personalidad y sus gustos. Pensaba en las mujeres perfeccionistas que quieren llegar a todo: en el trabajo y con la familia. Que llenan su día de actividades  ―Natalia lleva varios casos en la sede de Homicidios de Madrid, y además trabaja en su tesis doctoral y da clases de Psicología Patológica en la Universidad―, que se proponen metas y que acaban pagando de algún modo ese frenesí. Nos cuidamos muy poco, y Natalia es fuerte, pero como todos, tiene sus puntos vulnerables.

M. P. Dentro de la trama, hay un episodio de violencia doméstica, en el que se puede ver que cualquier mujer puede ser una víctima potencial, ¿crees que es necesario que se le dé más visibilidad a este problema?

G. A. Sí, sin ninguna duda. Tendemos a caer en el tópico, a pensar que la violencia de género es exclusiva de determinado perfil de mujer: dependiente, falta de recursos, acobardada y dócil. Pero se da en todos los ámbitos de la sociedad, porque la mentalidad del maltratador no entiende de nivel social o económico. Y eso hay que hacerlo visible.

M. P. En tu novela también haces notar que no todos tenemos las mismas oportunidades dependiendo del lugar en el que se nazca, ¿crees que la educación debería depender más de las capacidades de cada persona y no tanto del nivel económico?

G. A. Una persona capacitada para hacer descubrimientos que hagan avanzar a toda la sociedad, no puede ser desplazada por otra menos competente que haya nacido en una familia con posibles. Eso impide que avance toda la sociedad. Es estúpido no invertir en potenciar el talento. La gente capacitada debe disponer de todas las oportunidades en el ámbito educativo, porque eso es apostar por el progreso de todos.

M. P. Unos días antes de que se publicara El cielo de tus días, se declaró el estado de alarma, teniendo que aplazarse, ¿qué se te pasó por la cabeza?

G. A. Sentí alivio, porque no eran las condiciones adecuadas para sacar un libro al mercado. Además, acabé la novela en julio de 2017, y esperar un poco más a verla en las librerías ya no me importaba. En ese aspecto soy muy paciente, y creo que lo que importa es el resultado, no el tiempo que tarda en llegar.

la dama y la muerteM. P. Segunda novela y cuando parecía que tendríamos una especie de continuación de El cielo de tus días, te desmarcas y nos ofreces La dama y la muerte, ¿no hubiera sido más fácil, hoy que todo son ser series, alargar el éxito de tu trabajo anterior?

G. A. Escribir la continuación de una novela anterior condiciona mucho la creatividad. Quería empezar de cero con nuevos personajes, y además, la primera novela fue conclusiva, tenía un final cerrado, y no tenía mucho sentido tirar más de ese hilo.

M. P. Estamos ante una trama muy compleja y llena de giros, pero lo que más destacaría sería a sus protagonistas: Mateo y Bianca. ¿Cómo son estos personajes?

G. C. Mateo Valtierra es un hombre joven, cabal, responsable y templado. Es un líder en su ambiente, escrupuloso cuando aplica las normas, y muy pragmático. Procede de un barrio humilde donde es muy admirado por su cargo de inspector de la Policía, y su familia obrera también delega mucho en él. Se obsesiona con el caso del crimen de Lucas Cúe, también quiere averiguar quién es Dama y qué hay en los lienzos; y se implica tanto en el caso que acaba perdiendo el norte.

Bianca de Arbide, por el contrario, proviene de una familia adinerada, pero ha vivido algunas pérdidas, y es una mujer fuerte que intenta vencer ciertas circunstancias que se han dado en su vida. Entre ella y Mateo hay una conexión brutal, instantánea, porque proceden de mundos distintos, pero en lo básico, son similares.

M. P. En un thriller mantener el ritmo y sorprender continuamente al lector es algo muy complicado y tú lo haces francamente bien. ¿Antes de sentarte a escribir lo tienes todo atado y bien atado o, por el contrario, te dejas llevar?

G. A. Tengo atada una estructura básica, las columnas y las vigas, pero al ir a poner los ladrillos, me dejo llevar; y eso hace que la trama sea más interesante. Lo más complicado ha sido introducir el tema artístico sin que la novela perdiera dinamismo. Los temas relacionados con las subastas y la restauración de las obras de arte eran importantes, pero lo era aún más la investigación policial, científica y forense. Y no podía perder el rumbo.

M. P. La dama y la muerte nos introduce en el mundo del arte y se puede hacer una lectura en la que vemos que el precio de una obra depende más del marketing que del talento que hay detrás. ¿Conoces bien este mundo?

G. A. Los cuadros de Dama se venden envueltos, pero cada vez se paga más por ellos. Los compradores pagan por algo que aún no han visto… Mi formación no tiene nada que ver con el mundo del arte, pero me he documentado mucho, y he podido confirmar que en numerosos casos el marketing es más importante que la calidad de una obra artística. Eso también es aplicable a otras muchas disciplinas.

M. P. Dama y tú tenéis en común que ambos os ocultáis bajo un seudónimo. ¿Has querido hacerte un guiño a ti misma?

G. A. No, porque en realidad los motivos de Dama para pintar con seudónimo (que son una de las incógnitas de la novela), no tienen nada que ver con los míos. Mis motivos son emocionales, tenía claro desde el principio que por mi forma de ser no iba a poder soportar una larga gira promocional, ni la asistencia a ferias literarias, ni a firmas. Mi seudónimo es un modo de protegerme; por suerte, puedo interactuar con los lectores por las redes sociales, por mi perfil de Instagram. Las razones que hacen que Dama pinte con seudónimo son mucho más oscuras.

20200823_114813-01 (1)M. P. ¿Algún día descubriremos quién se esconde detrás de Greta Alonso?

G. A. Es posible. El seudónimo tiene la ventaja de permitirme mantener mi vida como siempre: en mi barrio, con mi rutina y mi trabajo. Pero el seudónimo tiene muchas pegas, una de ellas es no poder interactuar con los lectores como a mí me gustaría, de una forma más directa y menos fría que a través de una pantalla.

M. P. La dama y la muerte acaba de comenzar su andadura, pero es inevitable preguntar si estás trabajando en algún nuevo proyecto.

G. A. Aún no he empezado a escribir, no encadeno una novela con otra porque los personajes aún están demasiado frescos en mi cabeza y porque cuando escribo quiero que sea algo bueno que me haga disfrutar del proceso. No vivo de la literatura, escribo a mi aire, sin plazos, y por mi trabajo, no me puedo permitir escribir de continuo. Solo lo hago cuando llega una idea muy buena y siento un ansia muy fuerte.

Marta Pérez

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