© Pablo Zapata
Hace unas semanas llegaba a nuestras librerías La traductora, publicada por HarperCollins, una novela que mezcla intriga, romance e historia con la dosis justa, y que está firmada por José Gil Romero y Goretti Irrisari, una pareja profesional, que funciona a la perfección. Hoy os traemos la entrevista que, tan amablemente, nos han concedido y en la que nos hablan de su última novela y, nos descubren, algunos detalles de cómo se organizan a la hora de trabajar.
Marta Pérez. Son más de veinte años trabajando juntos, ¿en perfecta armonía?
Goretti Irrisari. En realidad van ya para treinta años… La armonía no es ni de lejos perfecta, pero ahí está también la gracia, en que somos muy diferentes. En la creación pasa un poco como en la genética, que cuanto más diferentes son los extremos que se juntan, más interesante puede salir el «hijo».
José Gil Romero. La perfección es siempre aburridísima (risas)
M. P. ¿Cómo surgió la colaboración entre vosotros?
G.I. Venimos a ser una pareja creativa o socios de escritura. Esta relación es inhabitual y a la gente le suele llamar la atención, pero vivida desde dentro es muy bonita. Nos conocimos en un curso de guion que impartía José y al que yo asistí como alumna. Al acabar el curso nos hicimos amigos y comenzamos a trabajar juntos en la creación de varios cortometrajes.
M. P. ¿Os habéis planteado romper el tándem y trabajar por separado?
J. G. R. De momento no ha surgido esa necesidad. Siempre nos ha parecido que el resultado valía la pena.
M. P. No voy a ser nada original y os tengo que pregunta sobre el tema de la organización del trabajo, supongo que tras tantos años ya fluirá, pero por favor, contadnos un poco cómo lo hacéis.
J. G. R. En realidad el proceso es simple: nos reunimos, decidimos la línea general de lo que vamos a escribir y nos repartimos el trabajo por escenas. Luego ese trabajo individual pasa por la corrección del otro mil veces. Lo cierto es que al término del proceso, nace una especie de tercer escritor fantasmal, la obra no es ni de uno ni de otro, sino literalmente de los dos.
M. P. Acabáis de publicar La traductora que nos habla de un momento histórico que duró tan solo unos minutos, la entrevista de Hitler con Franco, pero de gran repercusión, ¿cómo se os ocurrió la idea de novelar lo que pudo haber tras esta reunión?
J. G. R. la idea surge tras conocer un hecho real: el tren de Franco llegó a la reunión con ocho minutos de retraso y esto por sí solo ya resultaba lo suficientemente inspirador como para querer extraer de ahí una trama de espionaje.
M. P. En una novela histórica la documentación es fundamental, ¿os ha resultado difícil conseguir toda la información que necesitabais?
G. I. Sí, la fase de documentación fue muy compleja, leímos mucho sobre la época y el encuentro en Hendaya, hablamos con historiadores, con gente que vivió la supervivencia cotidiana de la posguerra; también nos inspiramos mucho en fotografías, en especial Otto Wunderlich que retrató el Madrid nazi, la visita de Himmler o el Círculo de Bellas Artes decorado con esvásticas.
M. P. Una de las bazas fuertes de la novela es la creación de personajes, en concreto de la protagonista, Elsa Braumann, una mujer normal y corriente, que tiene que realizar algo extraordinario en un momento dado, ¿es un pequeño homenaje a todos los héroes anónimos que suele haber en épocas de conflicto?
J. G. R. Nos interesaba muchísimo no establecer una ficción política, que recreara por enésima vez el enfrentamiento de los dos bandos. Lo que buscábamos era desarrollar una historia de seres humanos, más allá de sus ideales y de sus intereses. Se trata, desde luego, de un homenaje a todos los ciudadanos de a pie que se ven obligados a convertirse en héroes. En algún momento, casi todos los personajes de nuestra novela se ven en la encrucijada. La pregunta es: en qué están dispuestos a convertirse.
M. P. Quienes lean La traductora comprobarán que se trata de una novela muy visual, quizá influencia de vuestro trabajo como guionistas. ¿Es muy diferente vuestro planteamiento a la hora de escribir un guion que al escribir una novela?
J. G. R. Muy diferente, sí. En ambos mundos la trama es importante, pero en la novela está el elemento formal, el estilo. El guion, por su propia esencia, no es más que eso, una guía, no es una obra finalizada ni será disfrutada por ningún espectador. En el caso de la novela sí. Por otra parte, está la cuestión monetaria. En el guion estás supeditado a un plan de producción y de financiación y casi todo son recortes. En la novela, los medios son ilimitados.
M. P. La traductora es vuestra quinta novela, en Ferox utilizasteis un seudónimo, ¿por qué?
G.I. En el mundo del guion están muy asumidas las parejas creativas, pero en el de la literatura no es muy habitual y nos propusieron crear un seudónimo. No era una idea precisamente novedosa, ya lo habían hecho Borges y Bioy Casares cuando escribían juntos y crearon a Honorio Bustos. Nos lo tomamos como un divertimento literario y le creamos a Olivia una biografía fascinante, era una joven aventurera que había nacido en Darjeeling, una ciudad de Bengala con verdes plantaciones inglesas.
M. P. Amantes del cine y de la literatura, quiénes son vuestros principales referentes.
G. I. El referente en La traductora era Hitchcock, a ambos nos fascina su capacidad de crear tramas que te mantienen en vilo, enganchado hasta el final. Pero si te detienes a mirar qué hay debajo, encuentras una profundidad inacabable de capas.
Personalmente en literatura soy de clásicos, y en la novela Jose y yo les hicimos hacer cameos a algunos de nuestros libros preferidos. Destacaría un par de homenajes al escritor y filósofo, Walter Benjamin, que murió justo en la época de La traductora, en septiembre de 1940. Le detuvieron en la frontera española y se suicidó para no acabar en manos de los nazis. Su escritura es preciosa, delicada, muy recomendable.
J. G. R. Hitchcock era el referente, en efecto, y en general todas las pelis clásicas de suspense, de espías, esos romances en technicolor que están grabados en nuestra memoria cinematográfica.
Hay, por cierto, un autor maravilloso de esta época, que es Stefan Zweig, que a mí en particular me sirvió mucho para ayudar a transmitir el sentimiento de miedo ante este mundo que se estaba alzando, de desesperanza.
M. P. En vuestro tiempo libre ¿qué preferís un buen libro o una buena película?
J. G.R. Si es buena, tanto da una serie como una película como un libro como un comic…
M. P. Para finalizar, animad a quien aún no haya leído La traductora a que le dé una oportunidad.
G. I. Mucha gente nos ha dicho algo que la novela tiene un peligro, y es que engancha tanto que les ha robado horas de sueño.
J. G. R. Animaría a todo aquel que busca una novela para escapar, para divertirse, para reír y llorar.