La Bestia – Carmen Mola

La identidad de Carmen Mola, uno de los pseudónimos guardados con mayor secreto de los últimos años, salió a la luz con la publicación de su último trabajo, La Bestia, un thriller histórico que fue ganador del Premio Planeta 2021.

Y fue todo un bombazo en el mundo editorial. Tres personas componen la figura de Carmen Mola: Agustín Martínez (Lorca, 1975), Jorge Díaz (Alicante, 1962) y Antonio Mercero (Madrid, 1969), célebres guionistas del panorama español y que incluso han publicado varios libros en solitario. Aunque el éxito les llegó de la mano de la serie «Elena Blanco», cuyo cuarto libro llegará a las librerías próximamente.

Una bestia acecha las calles del Madrid de 1834. Sus víctimas son jovencitas indefensas que desaparecen sin dejar huella. Hasta que son encontradas al cabo de un tiempo desmembradas y destrozadas. Los rumores apuntan a que el culpable es un oso, un tigre, un monstruo… Pero tal vez el culpable sea el animal más peligroso en la faz de la Tierra.

Varios son los personajes que dan voz a esta historia, pero el peso de la trama lo tienen tres: Lucía, una muchacha cuya hermana ha desaparecido; Diego, un periodista dispuesto a todo por revelar la verdad; y Donoso, un policía tuerto que ha perdido la fe. Cada uno de ellos intentará resolver este caso que parece que a pocos les importa mucho ya que las víctimas son chicas a las que nadie echa de menos. Sin embargo, otros personajes irán cobrando protagonismo conforme se avanza en la lectura, llegando a convertirse en una obra coral.

Uno de los puntos fuertes de la novela es la ambientación. Sin darte cuenta, te trasladas a ese Madrid convulso de las guerras carlistas tras la muerte del rey Fernando VII y la inestabilidad política que sufría el país en esos momentos. Confieso que en historia de España flaqueo un poco y este acercamiento a la época me ha dejado con ganas de saber más.

Además de esto, en ese periodo se dio un brote de cólera que se transformó en epidemia. Era una enfermedad casi desconocida, no se sabía cómo se transmitía ni si tenía cura. Empezaba a sospecharse que se propagaba a través del agua, e incluso culparon a los frailes de envenenar fuentes, desembocando en una masacre que acabó con muchos de ellos. Los enfermos eran trasladados a los lazaretos, hospitales donde los infectados guardaban cuarentena y de donde era casi imposible salir con vida. Es inevitable no encontrar el paralelismo con la situación causada por la pandemia del Covid. En ambos casos, la población se enfrentó a una enfermedad a la que no se sabía combatir, con pocos medios disponibles y teorías que iban surgiendo sobre la marcha conforme se iba conociendo más su comportamiento.

Sin lugar a dudas, se aprecia que bajo las teclas se encuentran tres guionistas de renombre. Toda la novela es muy visual y sería muy sencillo trasladarla a la gran o pequeña pantalla. Sin embargo, y como nota discordante, considero que el final es algo precipitado. Eso sí, a los autores no les tiembla la mano a la hora de deshacerse de personajes o de describir algunas escenas un tanto gráficas. No he leído La novia gitana ni el resto de la serie, pero parece ser que escenas gore no les falta y creo que en menor medida también se ve reflejado en La Bestia.

El cólera, la guerra carlista y ahora estos asesinatos… Es como si el fin del mundo hubiera empezado y fuera distinto a lo que habíamos pensado, ni carros de fuego ni ángeles. Sólo hombres, haciéndose daño los unos a los otros.

Mariki García

Título: La Bestia
Autora: Carmen Mola
Editorial: Editorial Planeta
Páginas: 544
Género: thriller
Fecha de publicación: noviembre 2021

5 comentarios sobre “La Bestia – Carmen Mola

  1. **Comentario con spoilers**
    «La Bestia» muestra una de sus mayores virtudes, en mi opinión, en ser un thriller histórico que se lee con facilidad, al punto de que, pese a sus voluminosas 541 páginas, pude concluirlo en pocos días. La capacidad de enganche que posee se debe, entre otras razones, al hábil empleo del «cliffhanger» dentro de su estructura. La técnica del cliffhanger, o sea de un final de episodio que queda «colgado de un precipicio», implica un suspenso obtenido gracias a una frase o situación que deja al espectador ansioso por saber qué ocurrirá después. En esta obra, los tres autores que se sirven del seudónimo «Carmen Mola» utilizan, sin excederse, ese potente recurso narrativo. Tal vez el paradigma de final de episodio donde se advierte ese recurso se encuentre en el capítulo 22. Allí veremos cuando la adolescente Lucía descubre, con horror, que el cliente que se filtró de improviso en su burdel es el brutal asesino conocido como «La Bestia» («…En la habitación está el gigante de la piel quemada. –¡Qué creías, que no te iba a encontrar?…»).
    A su vez, la técnica de las «vueltas de tuerca» es moneda corriente en la trama. Este otro recurso ayuda a que el capturado lector siga con deleite esa cabalgata alocada que los escritores imprimen al relato. Morirán personajes con los que el lector se había encariñado (el golfillo Eloy y el periodista Diego Ruiz entre otros). Morirá incluso bastante pronto el asesino que inspira el título del libro. Personajes que parecían nobles como Ana Castelar se descubrirá que pertenencen a la orden malévola de «Los carbonarios». Tras la investigación se sabrá que estos sediciosos son los verdaderos culpables de secuestrar a niñas púberes para sacrificarlas cuando alcanzan su primera mentruación. El argumento parece perder su credibilidad al paso de las páginas. Sin embargo, y he aquí la virtud esencial de la novela, los autores saben mantener con maestría el ritmo y la intriga.

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    1. Gracias por tu opinión tan elaborada Nibia, he añadido al inicio un aviso de que contiene spoilers, porque me parece interesante mantener tu opinión, pero si alguien no ha leído el libro y lee tu comentario le puede sentar mal averiguar algún dato de los das.

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  2. **Comentario con spoilers**
    Los tres escritores unificados bajo el seudónimo de Carmen Mola han dado cima con «La Bestia» a una novela histórica altamente interesante. La obra principia con ritmo trepidante y, tras algún altibajo inevitable en una extensa narración de 541 páginas y 85 capítulos, nos trasmite conocimientos y disfrute durante las cuatro partes que la constituyen. La trama se contextúa en el trágico Madrid de 1834, con el trasfondo de la primera guerra carlista y de la epidemia del cólera. Si a ello le añadimos un asesino serial psicópata y despiadado (pues desde el temprano capítulo 13 se nos revelará que La Bestia en realidad es un hombre) están dados los ingredientes para capturar al lector. El ambiente opresivo que permea la ficción se inicia mediante una descripción tremenda. Estamos en el Cerrillo del Rastro «no lejos del matadero de Madrid». En ese barrio pobre, y bajo una lluvia pertinaz, los vecinos descubren el cadáver despedazado de una niña. Un perro escuálido y hambriento muerde con desesperada avidez su cabeza cercenada, y los niños del vecindario lo ahuyentan arrojándole piedras. Según se pretende, el culpable de ese asesinato y de otros similares es «La Bestia», un animal sanguinario y semi demoníaco, o al menos eso es lo que creen los habitantes. El hilo narrativo lo conduce un relator omnisciente, pero el peso argumental gravita sobre la adolescente Lucía, que debe cargar con Clara, su hermana menor y con Cándida, su moribunda madre enferma de cólera. El otro personaje clave es el joven periodista Diego Ruiz que trabaja para «El Eco del Comercio». Este último es un individuo que nos genera empatía. Es un idealista que no duda en fingir ser médico para ingresar en el lazareto donde se apiña a los pacientes terminales azotados por la peste. Allí visitará al desfalleciente padre de la niña desmembrada, en busca de información con la cual redactar una nota impactante para prevenir al público sobre la existencia del abominable homicida. Los capítulos que componen la primera parte se alternan, con cadencia perfecta, entre las tribulaciones de Lucía en el sórdido mundo en que sobrevive, y las andanzas del reportero Diego. Conforme advertí, el entramado, aunque es cautivante y escrito con calidad, tiene sus claroscuros. Ocurre que la crónica se desvía en varios de sus cauces, menoscabando su fuerza y su fluidez. Por ejemplo, cuando se nos obliga a seguir a Diego en su relación amorosa y adúltera con la aristocrática esposa de un ministro de la reina regente. Varias escenas de ese jaez, que no aportan al nudo argumental, lastran la acción y merman la tensión extraordinaria que los capítulos iniciales nos han producido. No obstante, la historia es notable. Los autores supieron documentarse a conciencia en el plano histórico, y poseen talento.

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