Toda una sorpresa agradable ha sido la lectura de Tierra yerma de Paulo García Conde. Y eso que iba prevenida, pues alguien de quien me puedo fiar en esto de las lecturas me lo había recomendado con tanta pasión que tenía muchísimas ganas de adentrarme entre sus páginas. Ha sido una experiencia del todo satisfactoria, un soplo de aire fresco por la originalidad de su argumento y por cómo el autor ha desarrollado la idea.
Casi podríamos decir que nos encontramos ante un futuro distópico. Un índice de violencia que va en aumento hace que el Gobierno decida poner en práctica un proyecto en el cual sesenta y cinco presos vivirán en una aldea despoblada, sin vigilancia interna. Si consiguen llegar al plazo de 90 días sin que ocurra ninguna muerte provocada, sus condenas serán revisadas y rebajadas, pues esto querrá decir que son aptos para la reinserción. Si no lo consiguen… Deberán atenerse a las consecuencias y probablemente las leyes se endurecerán para todos.
Acompañaremos a Darío, uno de los presidiarios, en su día a día de esta difícil prueba. Un joven aparentemente débil que se convertirá en el blanco perfecto de aquellos que necesitan dominar la situación allá donde vayan.
Violencia y supervivencia. Esas son las dos palabras que se me vienen a la cabeza una vez terminada esta novela. Ese instinto por sobrevivir del ser humano que sale a relucir en las peores situaciones, que nos hace sacar fuerza de donde creemos que no hay y que nos convierte en depredadores si nos vemos acechados.
Pero la violencia también está ahí y no dudamos en usarla para defender lo nuestro. Y es en situaciones límite donde más la sacamos a relucir.
No puedo hablar mucho más del argumento porque lo ideal es adentrarte sin conocer mucho más, dejándote sorprender por este experimento que pone a prueba a estos hombres y mujeres.
Con comida escasa y enseguida dividiéndose en dos grupos los dominantes y los dominados, resistir se convierte en la meta para todos.
Es una narración reposada, aunque las páginas finales cobran gran intensidad y ritmo y las he vivido con el corazón encogido en un puño. Pero el autor se toma su tiempo a la hora de detallarnos con minuciosidad el lugar en el que tienen que convivir los presos, las condiciones en que se encuentran y cómo, a medida que pasan los días, ese espejismo de libertad, que no es tal, bajo el que viven se convierte en una losa que va minando sus fuerzas y su paciencia.
Los personajes están construidos a la perfección. Tenemos que ser conscientes de que estamos ante personas que han cometido un acto –o muchos– que atenta contra la ley. Unos que han requerido violencia y otros que no, pero ese lastre que se supone ser «culpable» lo arrastran todos, de mejor o peor manera. Por lo que la mayoría de los personajes son lo que denominamos grises, ni buenos ni malos. Esa ambivalencia con la que juega el autor a la hora de presentárnoslos es una de las grandes bazas de la novela. Porque no nos engañemos, todos prejuzgamos y sentenciamos a las primeras de cambio.
Tierra yerma además rinde un pequeño homenaje a esos pueblos de la denominada España vaciada, haciendo de uno de ellos el escenario de esta narración.
Un relato que se va tornando oscuro a medida que avanzamos, que nos va oprimiendo mientras llegamos a ese final sin que llegue un rayo de luz. Pero finalmente sí, el autor deja un pequeño resquicio para el optimismo y consigues finalizar la lectura con la idea de que siempre hay lugar para la esperanza.
Título: Tierra yerma
Autor: Paulo García Conde
Editorial: Círculo rojo
Páginas: 402
Género: narrativa
Fecha de publicación: enero 2023
