Leer no es solo una actividad intelectual: también es un acto profundamente sensorial. Recordamos el olor de un libro antiguo, el roce de las páginas al pasar, el sonido familiar de una máquina de escribir o incluso el sabor que nos acompaña durante una buena lectura. Desy Icardi ha sabido captar esta dimensión física y emocional de la lectura en una original serie de novelas que nos invitan a redescubrir los libros con los cinco sentidos.
Ambientadas en Turín, ciudad de cafés literarios, misterios discretos y bibliotecas con más de una vida, las cinco novelas de Icardi son independientes, pero están unidas por una sensibilidad compartida: la pasión por los libros, las historias de vidas sencillas y una atmósfera íntima y ligeramente mágica. Desde los aromas que despiertan recuerdos hasta los susurros que revelan secretos, cada historia nos cuenta que leer es también sentir, oler, mirar, escuchar y, por qué no, saborear.
Los sentidos como puerta a la memoria, los libros como refugio
Cada novela articula su trama en torno a un sentido físico (olfato, vista, oído, tacto y gusto) convertido en metáfora de la memoria, la percepción y el conocimiento. A través de estas exploraciones sensoriales, Icardi no solo narra historias, sino que despierta en el lector un vínculo profundo.
Los libros forman parte activa de cada historia y acompañan a los personajes en sus momentos de necesidad, reivindicando su potencia subversiva, reparadora y transformadora. El estilo de la autora, sencillo e impregnado de ternura, nos ofrece una mirada nostálgica pero no idealizada de la ciudad de Turín, donde lo cotidiano se entrelaza con lo maravilloso. Sus personajes (a menudo mujeres con talentos singulares) se ven envueltos en misterios pequeños y grandes, pero siempre conectados con la memoria, la identidad y el poder de las palabras y las historias.
En este universo íntimo pero expansivo, donde cada historia puede leerse por separado pero que gana fuerza al leerse en conjunto, hay un hilo rojo: los libros como refugio, como puente entre generaciones y como forma de resistencia. Y en medio de ese tapiz narrativo, una figura masculina se asoma constantemente, el abogado Edmondo Ferro, lector voraz, prescriptor de lecturas, y en muchos sentidos, encarnación del amor sereno por la lectura.
El aroma de los libros: memorizar con la nariz, recordar con el alma
La primera novela que inaugura esta pentalogía sensorial nos presenta a Adelina, una adolescente del Turín de los años cincuenta, con una habilidad tan extraordinaria como improbable: puede memorizar libros enteros con solo oler sus páginas. Esta capacidad, lejos de ser celebrada, la convierte en un objetivo peligroso cuando un notario sin escrúpulos intenta utilizarla para descifrar el misterioso Manuscrito Voynich.
A la vez, la historia nos cuenta la llegada a Turín de su tía Amalia, una mujer práctica cuyo principal objetivo es encontrar un buen marido. Entre estrategias domésticas y descubrimientos inesperados, ambas tramas se entrelazan con ternura y humor.
El olfato es el detonante de una relación mágica con la literatura y las emociones. La novela plantea cómo nuestros recuerdos y nuestras capacidades pueden estar anclados a sensaciones sutiles, y cómo los libros pueden ser catalizadores de libertad y transformación.
La chica de la máquina de escribir: el tacto de las palabras, el eco de las historias
En esta segunda entrega, Icardi nos traslada a los años cuarenta, para contar la historia de Dalia, una joven mecanógrafa que con su fiel Olivetti portátil transcribe desde contratos a novelas, a aquellos personajes que esperan su discreción. Contada también desde su vejez, cuando ha perdido la vista, Dalia recurre al tacto y a su antigua máquina de escribir para recuperar sus recuerdos.
El tacto de las teclas, el papel, los objetos cotidianos que guardan secretos… La escritura se convierte en un puente entre el pasado y el presente, entre lo vivido y lo olvidado.
La biblioteca de los susurros: el poder de escuchar las palabras no dichas
Con esta tercera novela, Desy Icardi explora el oído como sentido literario: Dora, una joven que vive en una casa alegre y ruidosa, cae en el silencio tras una tragedia. Será la biblioteca, un espacio silencioso pero lleno de ecos, la que despierte en ella el deseo de volver a vivir.
Allí conocerá al Abogado Ferro, que con sus recomendaciones precisas y su pasión lectora se convierte en guía y amigo. La historia habla de cómo los silencios también cuentan, y de cómo escuchar puede ser tan transformador como leer.
La fotógrafa de los espíritus: ver más allá de lo visible
En esta cuarta entrega, Icardi rinde homenaje al sentido de la vista desde un ángulo inusual: la fotografía como forma de capturar lo invisible. Ambientada en los años treinta, la novela sigue a Pia, una joven campesina que debe emigrar a Argentina para casarse con un desconocido. Pero un accidente y el descubrimiento de la fotografía cambian su destino.
Aunque los libros siguen presentes, especialmente de la mano de Edmundo Ferro, es la imagen la que guía la narración. Ver, en esta novela, implica interpretar, imaginar y rebelarse. Y como en las demás entregas, la historia se cierra con ternura y esperanza.
La pastelera de medianoche: el sabor de los recuerdos
La más reciente entrega de la pentalogía tiene al gusto como protagonista. Jolanda, una joven a quien siempre le ha costado alimentarse, redescubre los sabores perdidos de su infancia gracias a los libros, la cocina y la ayuda del incombustible Edmundo Ferro.
Narrada en dos tiempos: una juventud donde sus madres intentan unirlos y una madurez marcada por heridas que aún supuran, la historia celebra los placeres sencillos y los vínculos a través de la repostería y la literatura. Saborear es aquí recordar, sanar y compartir.
Temas compartidos entre la sensibilidad, la lectura y la magia
Uno de los hilos conductores de toda la serie es el amor a los libros y a las historias. En cada novela encontramos mujeres fuertes que se enfrentan a adversidades grandes y pequeñas, con sensibilidad, humor y un toque de magia.
Turín, otro personaje recurrente, aparece en cada historia: durante todo el siglo XX la ciudad se muestra viva, nostálgica y real, con cafés, bibliotecas y plazas llenas de historia.
En el corazón de esta pentalogía sensorial habita una figura serena y esencial: Edmondo Ferro. Abogado de profesión, lector por vocación, aparece en todas las novelas como mentor discreto, cómplice de búsquedas, catalizador de cambio. Nunca impone: escucha, sugiere y comparte lecturas con la sabiduría de quien sabe que los libros pueden sanar.
En cada historia hay un momento en que un libro pasa de sus manos a las de otro personaje. Ese gesto, aparentemente simple, desencadena revelaciones, decisiones y redenciones. También él evoluciona a lo largo de la serie, y su historia personal, contada en retazos, se convierte en una columna vertebral afectiva que une los cinco relatos.
Homenaje a la lectura
Con esta pentalogía, Desy Icardi ha creado algo más que una serie de novelas: ha construido un homenaje vital y delicado al acto de leer. A través de los sentidos, de los libros como objetos y como brújulas emocionales, nos invita a mirar la lectura como una experiencia completa que atraviesa el cuerpo, la memoria y la imaginación.
Ambientadas en una Turín llena de secretos, esquinas nostálgicas y aromas literarios, estas novelas pueden leerse por separado, pero cobran todo su sentido al leerse juntas. Y como hilo invisible entre ellas, Edmondo Ferro las une con la calma del lector que ha entendido que los libros no solo sirven para evadirse, sino también para vivir mejor.
Leer esta pentalogía es como entrar en una biblioteca personalísima, donde cada estantería corresponde a un sentido, a una emoción, a una historia que, en el fondo, también es la nuestra.
¿Y tú? ¿Por qué sentido empezarías este viaje literario?






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